A falta de documentación para traeros una pequeña crónica sobre Kinect y algunas cosas del Salón del Manga, os explicaré la historia de un hombre que, sencillamente, era el puto amo.
El carretillero de espárragos Carretilla.
Llevo una carretilla llena de monedas, tu argumento es inválido
¿Nadie se había fijado en este personaje surgido del Putoamismo ilustrado del siglo XVI?
Me explico:
Este tipo está siempre dónde se le necesita, es decir, donde hay alguien que coma espárragos Carretilla. A lo mejor vives en un quinto piso sin ascensor en el barrio más chungo de esa ciudad donde la palabra Policia no está ni en el Pictionary, pero ¡eh! siempre habra el típico listo de mierda dispuesto a hacer la siguiente gracia:
– Estos espárragos son Carretilla.
– ¿Cómo lo sabes?
– Por el carretillero
Y ES ENTONCES CUANDO EL PAVO APARECE POR LA PUERTA. Como si viviese ahí, se come un esparrago e incluso en algún spot llegaba a llorar, de lo putoamo que era por hacer la aparición que hacia.
Porqué sí, es una cosa que los mediocres deberiais saber, pero los putoamos a veces lloramos de emoción por qué nos sale la molonidad por los ojos o por donde pueda, por eso sudo tanto y tengo diarre crónica.
«¿Y cuál es el superpoder de este hombre?» Os preguntareis los imbéciles que quieren encontrar el sentido a las tonterias que se escriben aquí. Pues muy simple.
Allanamiento de morada sin queja alguna por el propietario de la morada (aunque sea de otro color). Eso y aparecer con una carretilla por sitios absurdos con los que ir con una carretilla, como la casa de alguien, la Meca o Pont Aeri.
Si el govierno contratara al este tipo y luego les diera espárragos a los sospechosos de ser etarras, se acabaria el terrorismo en España. Y luego, matar a Belén Esteban y bombardear Telecinco, que siempre viene bien.
Y fin aquí a este post de mierda de relleno. ¡Contenido de calidad en cuanto me venga en cara, gente!
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